ciudades inteligentes

El término de ciudades inteligentes es bastante nuevo y en nuestro idioma aún no se ha oficializado. Pero las smart cities -como se denominan en inglés- son ya una realidad muy cercana. Tanto, que seguramente la amplia mayoría de los que estén leyendo estas líneas en una ciudad residirán en una ciudad inteligente dentro de 30 años. Más allá del término con el que se ha bautizado a los núcleos urbanos sostenibles, la realidad es que las metrópolis avanzadas y ecológicas están muy cerca de ser la tónica habitual. Así lo explica la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que afirma que en 2050 el 70% de la población mundial habitará en ciudades inteligentes.

Desde la OCDE, en cambio, se considera que este nuevo modelo de ciudad no es solo el futuro, sino que se trata de algo necesario. «Hemos presenciado un crecimiento y una prosperidad sin precedentes en las pasadas décadas, con el tamaño de la economía mundial triplicándose y la población llegando a más de 300.000 millones de personas desde 1970», avisa el informe del organismo, para luego avisar de los retos venideros.

«Este crecimiento, no obstante, ha venido de la mano de un aumento de la polución medioambiental y de un descenso de los recursos naturales; y el actual modelo de crecimiento junto al desaprovechamiento de recursos podría minar el desarrollo futuro». Una tesis contundente al porqué de las ciudades inteligentes.

Sin embargo, ¿qué podríamos decir que son las ciudades inteligentes? Si bien no hay una definición aprobada por la mayoría de organismos internacionales, se entiende que una smart city es aquella que «alcanza una gestión eficiente en todas las áreas de la ciudad», como son el urbanismo, las infraestructuras, el transporte, los servicios, la educación, la sanidad, la seguridad pública y la energía, para poder satisfacer a la urbe y a sus ciudadanos. Así se explica en el libro blanco Smart Cities, manual de referencia.

Para explicarlo mejor, las ciudades inteligentes han de cumplir estos requisitos mayoritariamente:

  • Eficiencia energética. A veces, al pensar en ciudades inteligentes nos viene a la mente un mundo interconectado. Y si bien es así, la principal intención de este modelo urbano es que exista un raciocinio energético y que se apueste por la sostenibilidad.
  • Los recursos naturales han de gestionarse de manera eficiente en comunión con la gestión del espacio urbano. El aprovechamiento ha de ser de recursos, no económico. Por ejemplo, una ciudad inteligente ve más importante que un barrio disponga de un mejor paso de la ventilación y de la luz natural que no instalar más comercios.
  • Para mejorar la vida de los ciudadanos, se crean sistemas de redes de comunicación y también instalaciones inteligentes. Todo está conectado y existen sensores para utilizar la energía necesaria y no malgastar, además de para evitar accidentes o atascos. Si se evitan los embotellamientos de coches el ahorro energético es notable tanto para los habitantes como para la ciudad.
  • Un concepto que suele nombrase habitualmente al referirnos a las ciudades inteligentes es que han de usar la tecnología para el bienestar de la población en lugar de para encontrar un mayor rendimiento económico.
  • Se necesitan grandes bases de datos que ayuden a eliminar problemas o a dotar de la suficiente prevención frente a cambios meteorológicos, sociales u otras situaciones inesperadas.
  • El Gobierno tiene una importancia fundamental para facilitar que todos los trámites puedan realizarse por Internet y se aprovechen mejor las herramientas digitales.
  • Se crearán nuevos servicios tecnológicos enfocados únicamente a la mejora de las condiciones de los ciudadanos.

¿Que veremos en las ciudades inteligentes del futuro? Seguramente, una mayor implantación de paneles solares y de molinos eólicos en farolas, también una popularización de los transportes eléctricos, todas las señales estarán alimentadas por placas fotovoltaicas y se apostará por el uso de la bicicleta. También se incentivará enormemente el aprovechamiento y la reutilización del agua de la lluvia.

Aire limpio en las ciudades inteligentes

 

Si bien el concepto de ciudades inteligentes es aún lo suficientemente novedoso como para que exista una normativa que lo englobe, los gobiernos de la Unión Europea ya caminan hacia ello. Buena prueba es la apuesta por el aire limpio en las metrópolis llevada a cabo por muchos países y la pugna por eliminar el elevado coste energético que realizan los edificios.

En España, el Código Técnico de la Edificación, en su Documento Básico HS3 en referencia a la salubridad, establece el necesario uso de sistemas de ventilación mecánicos para poder garantizar una calidad del aire que vaya de la mano con un ahorro energético notable.

El futuro inmediato de las ciudades inteligentes en España lo tenemos, sin duda, en la Edificación de Consumo Casi Nulo. A partir de 2020, todas las construcciones en España tendrán que adaptarse a las normativas europeas de eficiencia energética, lo que es un gran paso adelante de cara a las ciudades inteligentes.