La calidad del aire interior de un hogar es muy importante. De hecho, de ella depende, en gran medida, la salud de quienes ocupan y utilizan ese espacio con asiduidad. Pero ¿cómo podemos mejorarla con el propósito de conseguir una estancia más saludable? Para lograrlo, es posible poner en práctica una gran variedad de estrategias que analizaremos a continuación.

Estrategias para mejorar la calidad del aire interior

En el aire que respiramos a diario podemos encontrar multitud de sustancias contaminantes. Hablamos, por ejemplo, de dióxido de carbono (CO₂), materia particulada con tamaño inferior a 2,5 micras (PM2.5), ácaros, polen, etc.

Todos estos agentes son perjudiciales para la salud. En concreto, pueden ser responsables de alergias, episodios de asma y migrañas, así como de muchas enfermedades y problemas respiratorios.

Evidentemente, reducir la concentración de estos elementos es básico para elevar la calidad del aire interior de un hogar. Sin duda, estas son las estrategias más efectivas que podemos poner en práctica.

Abrir las ventanas cada mañana

Es la forma de ventilación más habitual en los hogares por su sencillez y economía. En concreto, consiste en abrir las ventanas de la casa durante 10 o 15 minutos para generar una corriente que extraiga el aire del interior y lo sustituya por otro procedente del exterior.

Lo aconsejable es hacerlo por la mañana y solo una vez al día. ¿Los motivos? Tras haber pasado la noche durmiendo, la concentración de CO₂ en la casa será bastante elevada. Además, si lo hacemos en más ocasiones, podemos acabar derrochando la energía utilizada en climatización.

Instalar un sistema de ventilación mecánica controlada

La ventilación natural es muy barata y fácil de poner en práctica. Sin embargo, su eficacia no se acerca, ni por asomo, a la de la ventilación mecánica controlada. Especialmente, si residimos en grandes ciudades. En ellas, la buena salud y los sistemas de ventilación están relacionados de forma muy estrecha.

La razón es simple. Al abrir las ventanas, el aire que procede del exterior entra directamente. En muchas ocasiones, se encuentra contaminado debido a las emisiones nocivas realizadas por los coches. También puede tener partículas de polen y otros alérgenos, así como un nivel de humedad relativa que, probablemente, nos obligará a usar humidificadores o deshumidificadores, según el caso.

En cambio, los sistemas de ventilación mecánica controlada cuentan con sensores que detectan la concentración de contaminantes y proceden a su expulsión cuando llega el momento. Asimismo, el aire que introducen es previamente filtrado y regulado en términos de humedad, de modo que su higiene y acondicionamiento están garantizados.

Evitar hábitos perjudiciales

Es recomendable evitar, por ejemplo, fumar en el interior de la casa. No olvidemos que los fumadores pasivos, que son aquellos que reciben de alguna manera el humo del tabaco emitido por un fumador activo, pueden desarrollar graves problemas de salud en el futuro.

Cultivar plantas

Las plantas también pueden elevar la calidad del aire del interior del hogar. ¿Cómo? Pues incrementando los niveles de oxígeno y reduciendo los de CO₂. Hay quien cree que habría que ponerlas en la terraza durante la noche, ya que es el momento en el que emiten dióxido de carbono. Sin embargo, esto es un mito urbano sin base científica porque harían falta varios centenares de plantas para percibir un descenso del oxígeno incluso en un dormitorio.

Llegados a este punto, queremos aprovechar para recomendar la lectura de nuestro artículo sobre la calidad del aire en interior y sus múltiples efectos sobre la salud. En este texto analizamos las consecuencias que tiene no controlar los agentes nocivos y contaminantes presentes en el aire de casa y cómo los sistemas de ventilación son de gran utilidad para lograr más calidad del aire interior.