ventilacion eficiente

En cualquier edificio en el que se prevea la actividad humana el ambiente debe ser confortable y beneficioso para la salud. Ello obedecerá, en gran parte, al adecuado funcionamiento de un sistema de ventilación eficiente.

Debido a un cambio en las costumbres —hoy en día pasamos más de tres cuartas partes del tiempo en espacios cerrados— es de suma importancia cuidar la calidad del aire interior de nuestros edificios. Si queremos evitar el síndrome del edificio enfermo, debemos garantizar un caudal de ventilación suficiente, en función del volumen del recinto y de la ocupación, que asegure una correcta renovación del aire. Solo un sistema de ventilación eficiente generará el efecto barrido necesario para expulsar el aire viciado aportando, a su vez, un aire fresco, limpio y libre de agentes contaminantes.

 

Contaminación del aire interior: origen

La presencia de contaminantes en los ambientes cerrados puede deberse a diferentes motivos:

• Contaminación del aire exterior.

• Contaminación del aire interior por la presencia de radón o formaldehído.

• Combustión de CO2 como consecuencia de la actividad de las personas (respiración y sudoración).

• Existencia de agentes biológicos contaminantes (virus o bacterias).

• Emisión de éteres por parte de los pequeños electrodomésticos.

• Una tasa de humedad interior relativa no saludable.• Unos sistema de ventilación y de climatización inadecuados e insuficientes.

• Un mantenimiento inapropiado de dichas instalaciones y de sus componentes (filtros, conductos, rejillas…).

 

Calidad del aire interior

¿Qué es la calidad del aire? Una manera de definirla es atendiendo al nivel de satisfacción de las personas, desde el punto de vista de la salud y del confort y el bienestar.

Las personas que ocupan un edificio exigen que el aire que respiran sea fresco, limpio, sin olores y libre de contaminantes que puedan poner en riesgo su salud. Un ambiente saludable será aquel que no solo ofrezca un aire libre de contaminantes (objetivamente hablando), sino que sus ocupantes perciban como tal. En este punto, cabe señalar que el aspecto subjetivo también es importante a la hora de evaluar la calidad del aire, ya que, a menudo, las concentraciones de agentes contaminantes no es excesivamente alta pero el usuario percibe el ambiente como “cargado”, “viciado” e “irritante”.

Por ello, la percepción del ser humano es un buen método de medición para evaluar la contaminación de los ambientes. Así, el olfato (situado en la nariz) y el sentido químico (situado en las mucosas) de las personas pueden actuar de medidores más que fiables a la hora de determinar cómo se percibe un determinado aire.

 

Olf y decipol: unidades para determinar la calidad del aire

En su día, Fanger —una autoridad en el campo del confort y el bienestar térmico, y en la apreciación por parte de los ocupantes de los ambientes cerrados— pensó que una buena manera de medir la polución del aire interior de los recintos era a través de su comparativa con el olor que genera un foco de contaminación conocido por todos: el cuerpo humano. De esta manera, incorporó el olf y el decipol, dos magnitudes para determinar la calidad del aire.

El primero hace referencia a la tasa de bioefluentes emitida por las personas. El segundo, a la contaminación ambiental que producen dichas personas, tomando en consideración un aporte de aire insuflado de 10 l/s. Por lo tanto, un decipol es la calidad del aire que se advierte en presencia de un olf ventilado a razón de 10 l/s con aire limpio. De ello se deduce que, si se incrementa el número de decipoles, la calidad del aire disminuye (y aumenta, en consecuencia, el número de personas no satisfechas).

 

Aire interior de calidad y ventilación eficiente

Los estudios realizados demuestran que si el edificio dispone de una ventilación eficiente la contaminación que percibe el usuario no llega a 1 decipol, con lo que el número de personas insatisfechas con el aire interior es casi inexistente. En el caso de recintos mal ventilados, la percepción puede aumentar a 10 decipoles, con lo que el porcentaje de insatisfechos puede superar el 60%. Un sistema de ventilación mecánica controlada de doble flujo puede alcanzar el objetivo de conseguir ambientes cerrados cuya calidad del aire se acerque al primer supuesto.

 

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